Cuanto tiempo ha que lloro un dia triste,
Como si alguno alegre yo esperara?
Como, o Tajo, al pasar esa tu clara
Agua, no la alteraste, y no me hundiste?
El paso me cerraste, el pecho abriste,
O mi ventura, de mi bien avara!
Á Dios, montañas de hermosura rara;
Á Dios, mi corazon, que no partiste.
Si adonde quedas en dichosa suerte
No bebieres las aguas del olvido,
En tanto bien no quieras olvidarme.
Cantando mi dolor llora mi muerte;
Porque hasta el hueco monte sin sentido
Suelta su ronca voz por consolarme.
Levantai, minhas Tagides, a frente,
Deixando o Tejo ás sombras nemorosas;
Dourai o valle umbroso, as frescas rosas,
E o monte com as árvores frondente.
Fique de vós hum pouco o rio ausente,
Cessem agora as lyras numerosas,
Cesse vosso lavor, Nymphas formosas,
Cesse da fonte vossa a grã corrente.
Vinde a ver a Theodosio grande e claro,
A quem ’stá offrecendo maior canto
Na cithara dourada o louro Apolo.
Minerva do saber dá-lhe o dom raro,
Pallas lhe dá o valor de mais espanto,
E a Fama o leva ja de pólo a pólo.