mulher da epoca», cuya publicación anuncia, nos la muestre ya formada y plena. Pero con estas páginas de ahora hay ya bastante para lamentar el pronto eclipse de su talento literario. Tú la lloras, y las letras portuguesas también. ¡Quién sabe si Diana de Liz habría sido la gran escritora que Portugal aguarda!
Lo objetivo tiene también su belleza, que no necesita del énfasis. El dato erudito como el número puede representar un modo del amor. Terminaremos, pues, esta elegia, trazando para Diana de Liz la ficha que le ha de corresponder un día en los manuales de Literatura. Lo haremos con las mismas palabras de Ferreira de Castro, que darán a la nota refrendo de auténtica. «Diana de Liz — Maria Eugenia Haas da Costa Ramos — nació, como Florbela Espanca, en Evora; murió en el mismo año en que Florbela Espanca murió (1930), una y otra en plena juventud. Y precisamente en la calle que lleva el nombre del hermano de Florbela, muerto también muy joven. (Las dos malogradas escritoras, a pesar de estas coincidencias, no llegaron a conocerce personalmente.) Con el seudónimo de «Mimí Haas» colaboró en «Correio da Manhã», «Diario de Noticias», «Magazine Bertrand», «Vida Feminina» y otros varios diarios y revistas. Con el de «Diana de Liz», en «Magazine Civilização», «A B C», en «Suplemento», de Buenos Aires, y otras publicaciones. Su seudónimo surgió por vez primeira en el «Correio da Manhã», en 1923. «Addenda»: «Fué luz en la vida del noble camarada Ferreira de Castro, el autor de «Emigrantes» y «La selva», por cuyos piadosos oficios se publicó, póstumo, su primer libro «Pedras falsas» (1932), segundo de su óbito.»
— 231 —